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Nota de Cecilia Giralt

Cecilia Giralt, trabajó en la Subsecretaría de Energías Renovables de la Nación entre 2016 y 2019. Actualmente es presidenta de la Asociación de Mujeres en Energías Sustentables de Argentina (AMES Argentina), además de una reconocida consultora internacional en esta temática.

'Creamos AMES en febrero del 2019 cuando estaba en auge de las energías renovables en Argentina. Nos impulsó que veíamos que en los paneles de discusión o intercambio en los eventos todos eran hombres. Fue así que nos dimos cuenta que en el sector, las mujeres que trabajábamos en él, no estábamos siendo visibilizadas'.

Algunos años después, realizaron un estudio de investigación sobre Género y Energía en Argentina en el sector eléctrico, en colaboración con el Banco Interamericano de Desarrollo, en el cual surgieron los datos. (BID). (https://publications.iadb.org/es/genero-y-energia-en-argentina-la-participacion-de-las-mujeres-en-el-sector-de-generacion-electrica)

-¿Qué tan presentes están las mujeres en el sector energético?

-Según este estudio, en el subsector de la generación de energía eléctrica, la mayor participación de las mujeres está concentrada en las energías renovables. En generación térmica solo el 10% de los trabajadores son mujeres. Ese porcentaje se incrementa al 11,3% en la hidroeléctrica, 15,4% en biomasa y 16,7% en los pequeños aprovechamientos hidroeléctricos. Finalmente, en la energía solar y eólica es del 21,6% y 29,3%, respectivamente.

-¿Qué barreras hay en el sector energético que impiden una mayor presencia de mujeres?

-Detectamos varias. Una es social y cultural. Cuando las mujeres hacen la elección de su carrera universitaria o terciaria, no eligen profesiones vinculadas a nuestro sector o lo que comúnmente se llama carreras STEM. Esto es un sesgo cultural. Se cree que las ingenierías o las carreras científicas son sólo para hombres. Lo que surge del informe es que del 60% de las mujeres que estudian carreras universitarias, sólo el 25% se inclina por carreras STEM. El informe también detectó otra barrera, que es el reclutamiento que realizan las empresas al momento de cubrir puestos. Los anuncios que se publican tienen un enfoque o tendencia hacia los hombres. Por lo tanto, las mujeres no se postulan y esos puestos terminan siendo cubriertos por ellos. Una tercera barrera es la retención en las empresas una vez que las mujeres ingresaron. Aquí se detectó problemas en las condiciones laborales, falta de flexibilidad para conciliar familia-trabajo y situaciones de violencia u acoso. A la mujer le resulta muy difícil compatibilizar la familia y el trabajo. En el caso de la violencia y discriminación laboral, esto puede traducirse en aspectos graves como el acoso laboral o la falta de reconocimiento por la tarea que realizamos, que en muchos casos produce grandes frustraciones e inequidades con los pares varones. Finalmente, hay que destacar algo que el informe denominó segregación vertical, que se lo conoce conmumente como 'techo de cristal', esto es, la posibilidad que las empresas dan a las mujeres para ocupar cargos de liderazgo. El informe mostró que 1 de cada 10 mujeres ocupan estos puestos en las grandes empresas, mientras que 8 de cada 10 lo ocupan en Pymes. Un dato muy fuerte para el siglo 21.

-¿Cómo analiza la situación de las energías sustentables en Argentina?

Gracias al Programa Renovar que se lanzó en 2016, se produjo un gran incremento de las energías renovables en la matriz energética nacional, de diversas tecnologías. Antes de esa fecha, la participación de las renovables era prácticamente nula, no llegaba al 1%. Hoy, 2023 ese porcentaje es del 14% promedio mensual, sin contar la energía hidroeléctrica. Ese incremento se logró gracias a las políticas públicas que se promovieron desde el estado, que también abrió un sector productivo local con gran dinamismo, dado al incentivo que tuvieron esas políticas por el componente nacional en los equipos de generación. En razón de esto, durante el 2016 al 2019 se trabajó mucho en alianzas con tecnólogos extranjeros, muchos de los cuales se establecieron en el país, que veían con beneplácito esto del componente local porque hacían más competitivos sus productos. Por ejemplo, en la industria eólica se hicieron desarrollos para la construcción de torres con empresas locales y algunas partes y componentes de aerogeneradores. Lamentablemente, la falta de continuidad de esas políticas y el grave problema macroeconómico que atraviesa el país fueron mermando la capacidad instalada que se había logrado y muchas de esas capacidades e inversiones se perdieron. En esta industria de capital intensivo, se necesita continuidad y reglas claras para no solo sostener esas inversiones, sino para ir generando nuevas.

-¿Qué escenario imagina a futuro?

-El hidrógeno verde es un subsector que debería crecer mucho en Argentina y abre oportunidades a las mujeres. En el mundo ya hay mucha participación de mujeres trabajando en el tema e inclusive una asociación global (Women in Green Hydrogen, WiGH). Desde Ames estamos en alianza con esa asociación y trabajando fuerte para abrir el sector local a las mujeres ya que consideramos que va a ser la energía del futuro. Estamos en una era de transición energética de la economía del petróleo hacia la economía del hidrógeno y en la medida en que más mujeres estén al tanto e involucradas, habrá más oportunidades para nosotras.

-¿Qué debe realizar el país para avanzar con el hidrógeno verde?

-Argentina ya formuló una estrategia nacional sobre el hidrógeno. Ahora hay que trabajar en las certificaciones y regulaciones para implementar toda la cadena de valor que implica el hidrógeno, que es mucha. También hay que focalizar los esfuerzos en generar una política pública que nos posicione en el contexto global. Pero, sobre todo, hay que trabajar fuertemente en crear las condiciones macroeconómicas que faciliten las inversiones y creen seguridad jurídica. El potencial que tiene el país es enorme, y le puede generar importantes divisas. Algo no menor, es generar espacios de capacitación y formación en recursos humanos, dado que si bien este sector es incipiente, no hay muchos expertos preparados. Una de las regiones más propicias para la localizacióin de proyectos es la Patagonia, dado los factores de capacidad de generación eólica con que cuenta, que hace que el costo de la energía sea muy competitivo para producir hidrógeno verde. También tenemos importantes sectores con radiación solar, donde se podría producir, pero están en zonas lejos del mar. El acceso al agua es un factor muy importante para el desarrollo de los proyectos, y para que no compitan con el agua dulce, el agua debe ser desalinizada.

-¿Qué rol puede desempeñar el litio y las baterías de litio en este escenario energético?

-El litio puede tener un papel muy importante. Las energías renovables son intermitentes, entonces se necesitan tecnologías para almacenar esa energía cuando las turbinas y los paneles están funcionando y no pueden inyectar esa energía en la red. Ahí es donde las baterías son vitales. También en el uso de la electromovilidad, e incluso en las celdas de combustibles para vehículos a hidrógeno. Es una industria que también tiene un potencial importante en Argentina y tendrá un gran rol en la transición energética.

-¿Cómo Argentina debe pensar productivamente a esa cadena del litio?

-Debemos lograr que todo esos emprendimientos de extracción de litio que ya tenemos y los próximos que vendrán, se integren en el sector industrial nacional de manera de que el país no solo exporte la materia prima, sino que también pueda fabricar las baterías. No es necesario que sea todo nacional. Se pueden hacer convenios con capitales extranjeros para la la fabricación local de partes y componentes de esas baterías o subproductos, de forma tal que se genere empleo y podamos tener acceso al know how de esa tecnología. El país tiene un polo científico que ya trabaja en estos temas y también industrias que pueden regenerarse para ingresar a estas nuevas cadenas productivas. Hay países de la región que ya están mejor posicionados que nosotros como Brasil y Chile, por lo cual no tenemos que dejar pasar el tren del hidrógeno y de agregar valor al litio. El mundo está necesitando nuevas respuestas tecnológicas a la energía, y muchos de los sectores se van a electrificar, pero los que no lo puedan hacerlo van a necesitar hidrógeno como combustible. Hay una tendencia global para desfosilizar la economía para cuidar el planeta que ya no tiene vuelta atrás.

-Más allá de la urgencia climática por el calentamiento global, ¿observa que el sector industrial va a comenzar a demandar energías limpias para poder exportar a otros países que exigen matrices descarbonizadas?

-Sí y es ahí donde el Estado tiene que acompañar al sector privado, si no nos vamos a quedar afuera del mundo. Argentina debería pensar una política pública fuerte para tener una matriz energética y productiva limpia. Chile, Uruguay y Brasil están llevando la delantera en la región. Hay un año clave que es el 2030, y está muy cerca. Entonces tenemos que pensar sobre la base de qué energías vamos a sostener nuestra economía, cuando ya existen barreras de frontera para productos que no tengan certificados de origen con bajo nivel de emisiones de CO2. El hidrógeno y el litio son dos sectores que pueden complementarse en lo energético y productivo, y creo que es ahí donde podemos generar una diferencia para nuestro planeta y nuestra economía.